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educação diferente

EDUCAÇÃO, SOCIEDADE E DEFICIÊNCIA

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EDUCAÇÃO, SOCIEDADE E DEFICIÊNCIA

Abordaje logopédico en la infancia

“En mi casa he reunido juguetes pequeños y grandes, sin los cuales no podría vivir. El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta”.

Pablo Neruda

El niño se enfrenta al mundo, como un libro abierto, lleno de contenido y discurso a descifrar. Si nos interesa conocer su mundo, no hay más que buscar la vía más adecuada que nos permita leer su texto. Para ello, debemos  escucharle, en el amplio sentido de la palabra, acompañarlo en cada una de sus adquisiciones, valorar sus iniciativas y detectar sus dificultades, para poder reconducirlo. 
El aprendizaje es un proceso individual. El niño interpreta y construye mentalmente, significados. Cada niño aporta el propio ritmo en el proceso de construcción. Muy importante respetarlo y no compararlo con otros niños, hermanos o amigos.

Podemos destacar innumerables señales, que pueden hacer de alerta, ante las dificultades de los infantes.

Para ello, es fundamental ponerse en contacto, en primer lugar con el médico pediatra que lleva la evolución y desarrollo de su niño;  para que valore el caso y si fuera necesario derive al especialista logopeda, para que trace un plan de abordaje, acorde a las necesidades específicas del lenguaje, del habla o la comunicación.

 Destacaremos las siguientes señales:

  • Que no se comprenda cuando habla el niño.
  • Que con frecuencia el niño “se coma sonidos”, o que agregue otros sonidos.
  • Que respire con la boca abierta.
  • Que tenga dificultades para pronunciar algún sonido.
  • Que se encuentre afónico con frecuencia.
  • Que manifieste que no escucha bien.
  • Que no discrimina ruidos de sonidos.
  • Que no hable o hable muy poco.
  • Que presente cambio muy drásticos en la voz.
  • Que presenta alteraciones o deficiencias físicas, por ejemplo: Parálisis cerebral, espina bífida, etc.
  • Que presenta alteraciones sensoriales (visuales, auditivas, ...).
  • Que presenta retraso general en el desarrollo y el lenguaje.
  • Que se descentra con facilidad ante cualquier situación de la vida diaria.
  • Que no logra seguir consignas lingüísticas simples.
  • Que presente dificultades a la hora de escribir o leer correctamente.

 Los trastornos o disfunciones los podemos categorizar en tres grandes grupos: entrada, procesamiento y salida.

  • Trastornos de entrada:Dentro de este grupo, incluimos a las alteraciones de la comunicación secundarias a déficit auditivo (hipoacusia, cofósis, presbiacusia, alteraciones en la discriminación auditiva, etc.) y disfunciones en la adquisición del lenguaje de las personas con déficit visual y alteraciones por deprivación bio-social.
  • Trastornos de procesamiento: Se incluyen dentro de éste grupo a las disfasias, dificultades de la adquisición, trastornos adquiridos (afasias, agnosias, apraxias, dificultades en funciones ejecutivas, etc).
  • Trastornos de salida:En éste grupo podemos nombrar a los trastornos del habla (disartria, anartria, disglosias, dislalias, etc.), trastornos del ritmo (disfemia, taquifemia, bradifemia, disprosodia), trastornos de la voz (disfonías orgánicas y funcionales), laringectomizados, deglución atípica, respiración bucal, disfagia, etc.

Cuando estamos frente a un niño surgen un puñado de expectativas, propias del acontecimiento de cada persona.

En los padres, algunas de estas expectativas iniciales, están sembradas por el desconocimiento de la dificultad, discapacidad, patología, falta o exceso de información, rechazo o protección al posicionarse ante un nuevo reto y además,  por la angustia y ansiedad que genera, no saber como se va a ir encadenando el devenir del paciente.Progresivamente, éstas expectativas iniciales, a través del abordaje logopédico, se van a ir desvaneciendo, para dar paso a nuevas expectativas.Por otro lado, están las expectativas de quién  recibe la intervención logopédica, que adopta una postura actitudinal  frente a los padres y al profesional (ya sea de espera, de reacción, de apertura, de desconfianza, de pérdida...).

Es muy importante, a la hora de diseñar un programa de rehabilitación o habilitación,  tener muy presentes, éstas expectativas.

Y otro eslabón de ésta actuación terapéutica, es el equipo de profesionales (psicopedagogos, médicos pediatras, maestros, fisioterapeutas, etc), que mira al horizonte del proceso como un todo, que tiene una visión integradora y que también, requiere una contención para equilibrar las expectativas. Sin duda la cohesión, la actitud cooperativa y la visión interdisciplinaria de los profesionales, serán un fuente beneficiosa en el niño con necesidades educativas especiales.

Las expectativas no son piedras en el camino, sino pequeños/grandes núcleos de aprendizajes, que nos facilitan la dimensión de la persona, con todo el equipaje que lleva. Los padres/madres pueden colaborar con la actuación del maestro, del terapeuta del habla, de una manera espontánea, a través del juego.

Una de las reglas de oro es JUGAR,  no intentar hacer de profesionales, en todo caso, cuando nos encontremos con alternaciones o dificultades de la comunicación, es prioritario, hacer una visita al médico pediatra que lleva el niño,  (pues es quien conoce la evolución del niño), para que lo evalué y derive al profesional correspondiente, en el caso que fuera necesario.

La consigna para los padres y madres es crear un clima distendido y placentero. De ésta manera, se puede abrir un lugar de experimentación y exploración ilimitado en cantidad y calidad de tiempo y espacio.
Los elementos pueden ser muy sencillos y de fácil creación. Se recomienda aprovechar elementos u objetos reciclados, como por ejemplo: papeles de periódico, corchos, radiografías, botones, plumas, hojas secas, radiografías en desuso, telas, etc. Los padres pueden ser de gran ayuda, cultivando el lenguaje, hablando con el niño, contando cuentos acordes a la edad, cantando canciones infantiles, no utilizando disminutivos constantemente cuando hablan con el niño, ofreciéndole variedad de ejemplos para enriquecer el lenguaje y promoviendo situaciones en un contexto adecuado, en las que el niño se vean implicados, por ejemplo: a la hora de la comida, del baño, cuando cambian la vestimenta, cuando hacen un paseo, al visitar a un familiar, al ir de compras, etc.

Un punto importante a subrayar, es estimular los progresos con efusividad, sonriéndole y dándole sentido a los logros, para que el niño se sienta contenido y pueda mirar las dificultades como parte de un proceso y no como un estigma o una etiqueta difícil de modificar.

De esta manera la estimulación se transformará en vivencias y podrá quedar reflejada en el propio libro de vida.

¿Cómo crear situaciones comunicativas?

El diálogo es una fuente inagotable, no solo en la esfera de la comunicación, sino también, es un encuentro facilitador, en el que se estimula el desarrollo del pensamiento y la personalidad del niño.

El diálogo implica una escucha activa, no pasar por alto, el turno de palabra, saber esperar, hablar con claridad, pausado y dando margen a la respuesta, sin solaparla.

Otro punto a tener presente, es realizar enunciados organizados y estructurados.

Es importante tener una visión conjunta de la situación que se plantea, ¿quiénes están presente en ese momento?¿en que contexto estamos? ¿qué elementos tenemos a nuestro alcance? ¿cómo se inicia el diálogo? ¿cuáles son las producciones que se ponen en juego?, ¿qué alcance tiene la situación a desarrollar? ¿cómo se cierra esa situación? etc.

Un dibujo, un juego, un elogio, una consigna sencilla, una canción infantil, una descripción, un cuento, una pregunta abierta, un comentario, una frase familiar...pueden transformarse en situaciones con mucho contenido comunicativo.

Será necesario que la actitud de escucha activa se nutra de la observación, de las potencialidades del niño. Ello nos abrirán puertas, en cuanto a la posibilidad de identificar e incorporar respuestas, que favorezcan la comunicación.

La flexibilidad es una buena herramienta para aliarse. Siempre se agradece cuando se comienza con una frase sencilla, una pronunciación correcta, palabras que resuenen y tengan contenido en el niño, descartando los disminutivos innecesarios, las preguntas rebuscadas, etc.

Referencias bibliográficas

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Daniel Rodríguez Boggia